Esta periodista y militante uzbeka de 52 años llegó a Francia como refugiada política en 2009. En su país natal, dirigido desde hace un cuarto de siglo por el dictador Islam Karimov, ya no es bienvenida.
En Uzbekistán, Mutabar investigaba sobre el tráfico de drogas, la corrupción y las violaciones de los derechos humanos. Ha sufrido amenazas, prisión y tortura y ha sido violada: su combate contra el régimen le ha costado caro.